lunes, 24 de junio de 2013

 Fundamentos psicopedagógicos  en los enfoques y programas de formación cívica y ética.
El desarrollo de la persona moral
Benilde García Cabrero

Las diversas aproximaciones a la educación moral difieren en sus concepciones de los rasgos que caracterizan el perfil ideal de una persona que se comporta moralmente de acuerdo con los principios de ética más elevados, y de  cómo se pueden moldear las experiencias de aprendizaje para ayudar a los estudiantes a alcanzar ese ideal (Solomon y Watson, 2008).
Las descripciones más generales de la persona moral ideal o de los factores  personales complejos que intervienen en el desarrollo moral, combinan elementos conceptuales, motivacionales y afectivos. Sin embargo, no es clara la participación que tiene cada uno de estos componentes en la determinación de las acciones morales, ni es claro cómo se desarrollan e interrelacionan estos aspectos.
En la actualidad, una premisa que ha sido ampliamente aceptada entre los políticos de la educación, los investigadores y todos los agentes que participan en el sistema educativo, es que el fin primordial de la educación es la formación del ser humano integral. Sin embargo, en el contexto nacional, este fin todavía se visualiza como lejano. Esto se debe, en gran medida, a que la educación en el ámbito escolar se enfoca más a la adquisición del conocimiento,
Latapí (2002) señala que la formación cívica y ética debe, por un lado,  promover en los jóvenes la identificación y el análisis de condiciones favorables  para el desarrollo humano en sociedades complejas, heterogéneas y multiculturales, mediante el conocimiento, el ejercicio y la defensa de los derechos,  la participación activa y responsable en los colectivos de los que forma parte  el individuo, y la formulación argumentada de juicios y posturas ante asuntos públicos. Y por otra parte, enfatiza el autor, la formación cívica y ética debe  atender el desarrollo de tres grandes capacidades: 1) el juicio moral, 2) la sensibilidad afectiva a los aspectos morales, y 3) la autorregulación de los propios  comportamientos.
El juicio moral implica el desarrollo cognoscitivo y crítico del educando, el  cual le permite plantear correctamente los conflictos que se le presentan y, posteriormente, aplicar principios apropiados para resolverlos. La sensibilidad  afectiva a los aspectos morales involucra el desarrollo de los afectos, sentimientos y actitudes necesarios para que el alumno pueda tomar decisiones congruentes con esos principios (empatía hacia los demás, comprensión del punto  de vista del otro, actitudes de solidaridad y cooperación, etc.).
Las aportaciones de la aproximación neuropsicología  al estudio del desarrollo moral, las emociones morales  y la conducta pro-social
La moral involucra el conjunto de principios, criterios, normas y valores que dirigen  nuestro comportamiento y que guían la forma en que desarrollamos nuestras vidas, particularmente la manera en que convivimos con los demás. La acción  moral es, en gran medida, resultado del proceso de socialización, a través del  cual hemos aprendido a dirigir nuestras acciones. Por su parte, la dimensión ética  involucra el proceso reflexivo que nos permite fundamentar el conjunto de principios y normas que constituyen nuestra moral. En síntesis, la moral está relacionada con el nivel práctico de la acción y permite tomar decisiones en situaciones cotidianas de la vida diaria y en aquellas que representan conflictos morales.
La educación involucra necesariamente una dimensión moral, en el sentido de que hace realidad las creencias culturales de un determinado grupo social respecto de los rasgos que caracterizan la forma en que idealmente deben comportarse los individuos en una sociedad. La Formación Cívica y Ética conlleva imperativos morales implícitos en la propuesta del perfil de competencias, en tanto que éste delimita un conjunto de rasgos de comportamiento que es deseable promover en los educandos mediante el entendimiento colectivo del diálogo y el análisis crítico, el manejo y la solución de conflictos y la práctica del respeto hacia sí mismo y los demás, lo cual dará como resultado (idealmente) el desarrollo de  sujetos participativos social y políticamente que se apeguen a la legalidad, que tengan un elevado sentido de justicia y de comprensión y aprecio por la democracia.



El papel de las emociones morales en el desarrollo de la conducta pro-social
De acuerdo con Eisenberg (2000), el desarrollo moral implica experimentar emociones y realizar conductas que reflejen preocupación por los demás, tales como: compartir, ayudar, estimular, mostrar una conducta altruista, ser tolerante y tener voluntad de respetar las normas sociales. Desde el punto de vista de esta autora, para que los niños(as) se conviertan en personas morales deben adquirir las siguientes capacidades morales y sociales: adoptar y comprender lo que distingue a una conducta buena de una mala y desarrollar los hábitos de conducta buena: desarrollar interés, consideración y un sentido de responsabilidad por el bienestar y los derechos de los demás. Asimismo, se requiere experimentar vergüenza, culpa, indignación, temor y desprecio ante la violación de normas morales.
Las emociones morales, de acuerdo con Haidt (2003), pueden ser tanto negativas (la vergüenza, el remordimiento y la culpa) como positivas (empatía y simpatía), siendo ambos tipos muy importantes para la vida moral.

Haidt (2003) describe cuatro familias de emociones morales:
1) Emociones de condena
2) Emociones de autoconciencia
3) Emociones relativas al sufrimiento ajeno
4) Emociones de admiración

Los aspectos psicoafectivos en los enfoques y programas de Formación Cívica y Ética

En la formación de la personalidad cívico-ética interviene un aspecto sustancial inherente a la naturaleza humana: la afectividad. Ésta influye de manera determinante en la forma en que se desarrollan la reflexión y el diálogo.
Las emociones y los sentimientos organizan o desorganizan el funcionamiento mental, la reflexión y el diálogo en la toma de decisiones y en la participación en la vida ética y ciudadana.
García-Cabrero y Alba (2008) señalan que la inteligencia, la voluntad y la afectividad no son procesos separados ni áreas que se organicen disociadas en la educación. Aseguran que la habilidad para razonar correctamente respecto de situaciones moralmente difíciles, requiere no sólo de entender conceptos morales, sino también de componentes emocionales que derivan en comportamientos éticos, cívicos y políticos en los que están involucrados los derechos propios y los de los demás.

La perspectiva sociocultural sobre el desarrollo moral
De acuerdo con el punto de vista de diversos autores (Nucci, 2001; Prinz, 2007),
la moralidad está influenciada, en gran medida, por la cultura; es decir, diversos grupos sociales tienen valores morales diferentes. La cultura incluye aquellos aspectos que son aprendidos a través de la interacción social con otros miembros, o de la interacción con las cosas u objetos que otros miembros del grupo han creado. La cultura abarca componentes materiales, conductuales y psicológicos (hábitos, destrezas, ideas, valores) que pueden ser transmitidos socialmente (Prinz, 2007). Para ser parte de un grupo social es necesario actuar de conformidad con los rasgos o características de ese grupo, como el género, la religión, la filiación política, etc. Sin embargo, los miembros de un grupo realizan aportaciones individuales a las características del grupo, en vista de que combinan los rasgos de los diferentes grupos sociales a los que pertenecen, lo que da como resultado una mezcla de rasgos culturales en cada individuo.

La adopción de una perspectiva sociocultural del desarrollo moral tiene importantes implicaciones para la conducción de secuencias didácticas en las que el uso del lenguaje debe ser cuidadosamente elegido para propiciar situaciones dialógicas, en las que las acciones morales mediadas por el lenguaje representen verdaderas oportunidades de construcción de una personalidad moral, orientada por los valores morales característicos de las sociedades democráticas más evolucionadas

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